«Para ser emprendedor hay que querer, hay que saber y hay que poder». Esta es la respuesta que les doy a los potenciales emprendedores.
Desde una etapa muy temprana en mi vida profesional, descubrí que quería ser parte de algo que genere un impacto positivo en el mundo, de un ecosistema de innovación que ofrezca nuevas propuestas a necesidades no satisfechas. Y la idea de ser emprendedora me parecía sumamente atractiva.
Decidí realizar una Maestría en Administración de Negocios con especialización en Innovación y Startups en la nación de las startups: Israel, y aprender de un ecosistema de innovación más desarrollado, para saber la teoría.
Puse en práctica lo aprendido como cofundadora y CEO de SCerise, una medtech dedicada a la investigación, diseño y desarrollo de una solución no quirúrgica que mejora la calidad de vida de quienes han sufrido lesiones en la médula espinal. Además, tuve la oportunidad de trabajar en OurCrowd, el venture capital más activo de Israel, una experiencia única con la que obtuve una visión holística del ecosistema de innovación y emprendimiento de este país.
Aprendí que concebir una idea asombrosa no es suficiente para lograr una startup exitosa. Experimenté en carne propia lo difícil que es levantar capital; no solo lo fue para mi empresa, sino también —y aun más difícil— para los cientos de startups que tocaban la puerta de OurCrowd buscando fondos. Descubrí que para llevar al mercado una idea, por más innovadora que sea, es necesario poder afrontar costos.
El querer es, básicamente, un conjunto de actitudes, el saber otorga aptitudes, y el poder reside, en definitiva, en los recursos de los que podemos disponer para poner en marcha nuestro proyecto, ya sea empresarial o de otro tipo.
Esto me llevó a otras preguntas importantes: ¿qué tipo de emprendedora soy?,¿qué rol quiero tener en el ecosistema de emprendimiento?,¿qué comportamiento es el más adecuado en cada etapa de mi vida y de mi proyecto?
El cubo del emprendimiento
Tuve la oportunidad de participar en la primera Jornada de Transferencia Tecnológica Universidad-Empresa de la Universidad de Francisco de Vitoria, en Madrid. En ella, Senén Barro, director científico del Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes, nos presentó un modelo interesante que permite analizar nuestra actitud y aptitud para el emprendimiento y los recursos con que contamos. Con estos elementos es posible identificar el tipo de emprendedor que podemos ser y las decisiones más convenientes que podemos tomar.
El modelo parte de la suposición de que tenemos una buena idea que puede inspirar el desarrollo de un buen proyecto empresarial. Ahora, imaginemos un cubo en el que colocamos tres ejes: actitudes (querer), aptitudes (saber) y recursos (poder). Añadimos en el punto de origen de esos ejes signos de menos; y en los extremos, signos de más. (ver imagen 1). Nuestra situación puede estar cerca del origen o cerca de los extremos de los ejes, lo que nos indica qué tipo de emprendedores somos y qué decisión debemos tomar.
Las aristas del cubo
¿Estás vivo? Si no tienes aptitudes ni actitudes ni recursos, pregúntate si estás vivo. No necesitas cambiar de actitud, busca algo que te apasione, trabaja por cuenta ajena, porque emprender no es una opción para ti.
Piensa: En este punto no tienes ni los recursos (en la mayoría de los casos, dinero) ni el conocimiento, pero tienes muchas ganas de emprender. En este caso, piensa, busca capacitarte en los temas sobre los cuales no conoces lo suficiente e investiga alternativas para obtener recursos.
Adelante: Si tienes los conocimientos y las ganas de emprender, pero te faltan los recursos, no te desesperes. El dinero es un subproducto del talento y las ganas de hacer las cosas. Si tu idea es valiosa y sabes cómo dar a conocer su valor, el dinero llegará. Acude a posibles socios inversores y aprovecha las subvenciones que puedan existir.
Oportunidad perdida: Si tienes grandes aptitudes, pero careces de recursos y te falta una actitud adecuada, reformula tus convicciones y tu forma de actuar, estás perdiendo una gran oportunidad al desaprovechar tu talento.
Disfruta: Si cuentas con recursos, pero careces de actitud y aptitud para emprender, disfruta de la vida.
Asóciate: Si tienes la actitud y cuentas con recursos suficientes, pero te faltan los conocimientos necesarios, una buena opción es asociarte con quién los tenga.
Invierte: Si tienes los conocimientos necesarios para emprender y recursos suficientes para llevar a la práctica tu idea, pero tu forma de ser no es la de un emprendedor, lo más recomendable es que busques a personas con esa actitud, escuches sus ideas, aportes tus conocimientos en otros campos e inviertas en ideas interesantes.
¡Felicitaciones! Si lo tienes todo, nada te garantiza el éxito, pero has llegado al punto donde tienes más posibilidades de conseguirlo.
¿Has sido honesto contigo mismo? Si bien existen aristas más convenientes que otras, evaluar en dónde estás situado te permitirá tomar decisiones realistas. En mi caso, la cara del cubo en la que me gustaría estar es la conformada por: asóciate-piensa-adelante-felicitaciones (ver imagen 3). En esta cara la variable que más aporta es la actitud; la ambición es aquello que nos puede motivar a «aprender a emprender», ser resilientes y buscar maneras creativas de conseguir recursos.