Modelos de educación ¿Funcionará la transformación digital ante la emergencia?

En los últimos días revisando algunas opiniones encontré que; a pesar de las soluciones implementadas al freno de las operaciones durante la cuarentena, los resultados esperados de las acciones tomadas no serán necesariamente favorables; servirán como paliativo, pero no será suficiente. Así lo menciona Juan Ostoja; Presidente de la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES), dónde indica algunas estimaciones poco alentadoras para el sector, como la potencial caída en matrículas por más de 650 mil alumnos; analicemos un poco las posibles razones.

Considerando el eventual debacle económico en lo que va del presente año y las relativas discusiones sobre la calidad de la educación con respecto al uso de clases virtuales, la relegación de los estudios estará considerada probablemente en estos dos factores ¿Qué hacer entonces? Una de las propuestas citadas por la FIPES está en relación a programas de financiamiento educativo a través de préstamos subsidiados por la misma universidad o algunos paquetes coauspiciados con el gobierno a través de sus programas educativos o utilizar algún tipo de impuesto como herramienta de fondeo; además, no es una alternativa viable poder migrar a universidades públicas debido a su capacidad limitada de atención.

Por otro lado, el discutible argumento de la educación online y la calidad; definamos ¿Qué es calidad en la educación? Si hacemos ese ejercicio, encontraremos diferentes variables: infraestructura, docentes, equipo administrativo, malla curricular, entre otras muchas más; lo cierto es que es poco probable que veamos un acuerdo mayoritario sobre los puntos, esto debido a los distintos motivos que impulsan a un alumno a estudiar. En este ecosistema se agrupan razones sustentadas en diferentes necesidades; desde el mítico cliché “si no estudias no serás nada” hasta “deseo estudiar esta carrera para contribuir con la humanidad”.

El primer problema; el económico, lo podemos resolver con alguna modalidad de crédito financiado o cofinanciado, puede que la gestión sea complicada pues pensemos en las reglas duras de exclusión del postulante al crédito; capilarizar ello en una masa crítica de estudiantes y la reducción del costo administrativo y operativo del mismo para poder reducir las tasas al mínimo para que el crédito de estudios superiores no sea imposible de pagar o aún peor, poco atractivo dado a los flujos futuros esperados por los estudiantes; vale decir, considerar que su inversión tuvo una menor rentabilidad porque su empleador no valora lo estudiado y le paga un sueldo que no se ajusta a dichas condiciones.

Ahora definamos nuevamente la calidad de la educación, ¿es acaso que las nuevas generaciones no valoran calidad basada en la experiencia? ¿qué estamos olvidando en la variable digitalización? en vez de valorar la solución, ¿criticamos la misma? Podría ser un argumento válido que no todos miden el valor percibido del mismo modo; tal vez en este punto regresamos al análisis de los motivos o razón del emprender estudios superiores; pero, la pregunta importante es ¿podríamos ser transversales a ello y llegar a un consenso de satisfacción? En mi experiencia docente les puedo garantizar que no existe razón más poderosa que la voluntad del alumno por querer aprender y probablemente concuerden con ello la gran mayoría de docentes. La deuda en cuestión es ¿Cómo le sumamos a dicha voluntad? La trasformación digital no empieza por la tecnología, empieza por la adopción de las personas, ¿estarán los alumnos de la generación digital dispuestos a recibir el valor a través de la digitalización?

Forzar un escenario tecnológico implica resaltar severas ineficiencias como desarrollar un software para “automatizar” un proceso que en el plano físico ya se venía haciendo mal, la conclusión será un programa ineficiente, pero con un dashboard de colores que resaltan más lo ineficiente que eres, pero finalmente eres feliz porque los colores alegran el espíritu. Particularmente veo que las videoconferencias como canal de transmisión no han tenido un enfoque ad hoc a la educación sino más bien una adaptación de modelos; pero, ¿la innovación de la que tanto hablamos donde quedó? Alguien se pudo poner más creativo y diseñar una forma distinta de ejecutar una videoconferencia enfocada en la educación ¿Nos olvidamos del concepto human centered design?

Las evidencias lo dicen, probablemente hay insatisfacción en nuestros alumnos porque el valor esperado no es el mismo que el real, como el típico meme “expectativa vs realidad”. Es una buena oportunidad donde las empresas tecnológicas pueden sacar provecho para rediseñar la educación online y mostrarse como agentes de disrupción en el mercado. Clayton Christensen en su libro Disrupting Class señala: “no todos aprendemos de la misma forma”. Recuerdo escuchar al profesor Dr. Pablo Ferreiro que la mejor educación sin duda es la que se realiza en el uno a uno; sin embargo, es totalmente ineficiente en cuanto al uso de los recursos; por otro lado, un salón copado de alumnos es ineficaz porque no logras el objetivo que todos aprendan; por eso debe existir un punto medio un equilibrio entre la eficacia y la eficiencia.

Entonces imaginemos trasladar un salón de 40 o 50 alumnos en una sesión de videoconferencia en vivo, obviamente, algunos pocos podrán aprender al mismo ritmo; sin embargo, hoy “es lo que hay”; por ello vuelvo a realizar el énfasis que, el alumno que aprende es quien tiene la voluntad por aprender no quien va a clases, ese se lleva un cartón, un título, que probablemente en algún momento será menos valorado porque alguien decidirá desarrollar una nueva forma de educación que pegará rápidamente como si fuera un aplicativo para postear videos graciosos; porque queda claro que la gran mayoría de personas reaccionan a las tendencias y hoy muchas estrategias comerciales están basadas en quemar recursos en viralización y sí que da efectos, por lo menos tienes un “like” o miles de ellos.

Algunas veces imagino la docencia futura enfocada en un mentor y un foro de discusión en vivo, transmitido entre hologramas como si fuera la orden de los caballeros Jedi, donde todos nos vemos presencialmente (bueno un holograma) discutiendo a favor de un tema que cada quien tuvo la voluntad de investigar y el maestro que tienen frente será alguien que disperse las dudas y ejercite el pensamiento a través de la dialéctica; vale decir, regresar a la época de los filósofos griegos, espero estar vivo para aquel entonces y poder usar esa tecnología, pero considero que se ajustaría realmente al objetivo de la eficacia y la eficiencia, aprendemos los involucrados y sumamos más personas al conocimiento. Mi recomendación es revisar aquellas herramientas virtuales de la enseñanza, porque no es lo mismo un proceso en digital que en analógico.

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