Luego de un 2020 aprendiendo a sobrevivir a una pandemia y con una crisis económica, es importante la creación de nuevas empresas, así como consolidar las ya existentes.
Mejorar la competitividad entre las empresas es fundamental para dinamizar el mercado. En este sentido, podemos clasificar a las empresas entre las que ofertan algo tradicional mejorado o algo innovador. Ambas son importantes y necesarias para el desarrollo, pero el ecosistema económico debe aprender y comprender de una vez por todas que, aunque se interrelacionan, ambas toman caminos diferentes.
Las empresas tradicionales entran a jugar a mercados ya existentes; la forma de sobresalir en ellos es dar una opción distinta, mejorada u optimizada del mismo producto. La posibilidad de venta es muy alta pero es muy probable que ya existan competidores. Las empresas en buscan de innovación no buscan mejorar algo ya existente o buscarle un nuevo segmento al producto, buscan crear un producto y mercado nuevo. Veamos un ejemplo: actualmente la música latina está dominada por un único género musical, el reggaetón. Sin embargo, a inicios de los años 90 la música latina estaba dominada por la salsa, merengue y balada, pero, ya estaba en escena el señor Edgardo Armando Franco “El General”, con el mismo patrón rítmico del Reggaetón (Tumpa Tumpa). No fue hasta el año 2004 que otro cantante, el señor Ramón Ayala “Daddy Yankee” lanzó “La Gasolina” y acuñó la palabra reggaetón. Fué la primera canción de ese género en estar entre las primeras del mundo. Daddy Yankee no inventó el Reggaetón, solo lo hizo mejor que cualquiera en esa época, en un mercado ya existente. Posiblemente muchos años antes de “El General” alguien tocó un Tumpa Tumpa y fue el primero en sacar ese ritmo que nadie había escuchado, él tuvo que crear el mercado, pero tuvo que pasar un cantante tras otro durante años hasta que llegara La Gasolina.
El cambio para las personas es algo naturalmente incómodo. La psicología nos dice que para poder sobrevivir aprendemos patrones lógicos que nos da predictibilidad del mundo que nos rodea, desarrollando intuición y pensamientos rápidos sobre el resultado de un evento. Esto nos deja listos para enfocarnos en analizar procesos desconocidos, entender porqué está pasando algo fuera del patrón. Estos pensamientos rápidos pueden generar sesgos cognitivos como bien explica el Premio Nobel Daniel Kahneman y es la explicación de muchas de nuestras decisiones a diario.
Crear un emprendimiento empresarial es una actividad realmente difícil. Siempre se ha dicho que el principal y único objetivo de una empresa es generar renta a través de las ventas. Si el mercado ya existe, toca vender. Para ello tenemos muchas estrategias ya validadas, los canales ya existen y la forma de comunicación con el cliente está mas o menos clara, dejando un margen siempre a la creatividad de comunicación. Un emprendimiento en un mercado existente debe estar enfocado a las ventas, al crecimiento e ir mejorando el producto iterando continuamente.
Una empresa con un producto innovador no tiene mercado y por lo tanto aplicar procesos de ventas como las empresas tradicionales ni bien se lanza no tiene mucho sentido. Es conocido el “valle de la muerte”, que es el tiempo en que la empresa busca sobrevivir con lo que puede hasta que el mercado se cree, y este tiempo, es incierto. Para ello, es necesario entender que el mismo proceso de creación del producto puede ser aplicado para crear formas de evangelizar a las personas y crear el mercado. Debe estar en la ecuación la espera en el valle de la muerte por un periodo no corto. Si el producto “innovador” se lanza y en poco tiempo tiene ventas espectaculares es probable que no sea lo innovador que dice ser. El proceso de evangelizar puede durar meses o décadas como en el caso del reggaetón. A medida que se va creando el mercado, naturalmente el producto deja de ser innovador, comienza a ser reconocido y ya no es novedad.
La innovación es inversamente proporcional al desarrollo del mercado. Debemos entender tanto fundadores como inversionistas que el juego de hacer una empresa innovadora es sobrevivir al proceso de evangelización en personas que naturalmente tenemos rechazo a lo nuevo. También es necesario entender cuándo el producto no le aporta valor a las personas y en ese sentido, medir todo lo que se pueda ayuda a entender mejor el error.
Finalmente, no caigamos en el facilismo de decirle innovación a todo, digitalizar un canal de ventas o darle tabletas a los mozos para que tomen pedidos no lo es. Si realmente se piensa en innovación, debemos tener claro de que trata el proceso de educación/evangelización para crear el mercado y luego se pensará en dominar el mismo.