“No busquen la perfección, busquen la agilidad” es lo que les digo a mis estudiantes. Ellos tienen como reto crear un producto o servicio con una propuesta de valor innovadora que contribuya a solucionar un problema de su interés. Muchos no vienen de programas académicos de negocios, sino de carreras como medicina, ingeniería, diseño de modas, entre otras. Y sé que mi solicitud les genera cierta inquietud o sorpresa.
A la vez, muchas empresas se autodenominan ágiles y solicitan agilidad a sus colaboradores, así como yo la solicito a mis estudiantes.
Sin embargo, para beneficiarse de la agilidad y las formas ágiles de trabajo, es necesario entender qué es agilidad y cómo podemos practicarla con fluidez.
Si buscamos la definición de “ágil” encontraremos lo siguiente: Desenvolverse con soltura, rapidez y prontitud. Este término ha cobrado mucha relevancia en los últimos años, y lo vemos asociado a varias áreas de trabajo como “liderazgo ágil”, “organización ágil” y “metodologías ágiles”. Por lo tanto, es un campo bastante amplio y es común hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué necesitamos para considerarnos “ágiles”?
Raíces del término “agilidad”
El concepto de “agilidad” en las empresas nació del desarrollo de software ágil. En el 2001 se reunieron varios CEOs de las principales empresas de software de Utah y compartieron las mejores prácticas de sus compañías, creando el “Manifiesto Ágil” un modelo de mejora continúa enfocada en el cliente y en trabajar con él. Es además un proceso constante, flexible, dividido en mini-proyectos o sprints, y con plazos de entrega cortos a fin de evitar que los esfuerzos se dispersen.
¿Cómo podemos aplicar la agilidad en nuestras aulas u organizaciones?
Desde lo que he experimentado, recomiendo ver “la agilidad” como una mentalidad con la que buscamos construir nuestro ideal, basándonos en prácticas donde las personas y las interacciones son prioritarias y los métodos evolucionan según la necesidad del proyecto.
Existe una diferencia entre “hacer agilidad” y “ser agilidad”. Este gráfico de Agilitrix lo expone muy bien:
El paso fundamental es cultivar una mentalidad ágil, ya que los “frameworks o métodos” son diversos y pueden variar según el reto. Aquí algunas recomendaciones, inspiradas en los principios del Manifiesto Ágil y en mi práctica docente. Recuerda adaptarlas a tu proyecto:
- Nuestra prioridad es satisfacer las necesidades de nuestro cliente o usuario: logramos esto, primero, conociendo y empatizando con nuestro cliente y luego mediante la entrega temprana y continua de valor.
- Has entregas con frecuencia: cada vez acortando más la escala de tiempo, si tardas mucho puede ser que la solución ya sea obsoleta o que cambien las tendencias de tu mercado. La constancia nos ayuda a desarrollar mejores predicciones.
- Promueva el desarrollo de equipos multidisciplinarios y diversos: tener perspectivas distintas en un proyecto es enriquecedor y lo hace más potente. Busca perfiles que se complementen.
- Construye proyectos con personas motivadas: bríndeles el apoyo que necesitan, y confía en ellos para hacer el trabajo. Permite que el equipo reflexione sobre cómo ser más efectivo y creativo.
- Balance entre libertad y control: el equipo trabaja bajo un objetivo común, es fundamental que tengan libertad para trabajar de manera auto-organizada, colaborativa e incluso puedan experimentar nuevas prácticas. Los ciclos de trabajo limitan el impacto ante cualquier fallo o imprevisto que pueda ocurrir, teniendo tanto control como libertad para poder solucionarlo.
- El método más efectivo para transmitir información a tu equipo es la conversación cara a cara: se que este punto puede ser controversial ya que tenemos canales como Slack. Pero, una video llamada es mucho más cercana y efectiva, sobretodo, al inicio y cierre de cada mini-proyecto.
- Lo que va funcionando es la mejor medida del progreso: enfócate en tus pequeñas victorias. Los logros son el combustible y el termómetro de tu proyecto. Examina en qué recae el éxito de lo que esta funcionando, cuales han sido las buenas prácticas y si son replicables.
- Los procesos ágiles deben promoverse de manera sostenible: los involucrados deben sentirse comprometidos, disfrutar el proceso para así mantener un ritmo constante y de forma indefinida.
- Promueve el aprendizaje continuo: si incentivamos el proceso de aprendizaje y lo reconocemos, estimularemos que los integrantes del equipo siempre lleguen con nuevos aportes y den la milla extra. Se generoso y constructivo con tus comentarios, tu equipo lo apreciará.
- ¡Mantenlo simple!
Estas recomendaciones pueden aplicarse a distintos proyectos, no solo a proyectos digitales, yo las uso para mis sesiones de clase. Experimenta tu también con ellas. Un primer paso es preguntarte si ¿Estás buscando la perfección o la agilidad?